Hepatitis C

La transmisión del virus de la hepatitis C se produce a través de la exposición percutánea a sangre infectada, más frecuentemente a través de la inyección de fármacos ilícitas o la transfusión de sangre y productos sanguíneos no analizados en los países desarrollados, o a través de prácticas de inyección inseguras en los países con pocos recursos.

Tras una exposición aguda al virus de la hepatitis C, muchos pacientes desarrollan una hepatitis C crónica. La mayoría de las infecciones son asintomáticas; sin embargo, a menudo se presenta una inflamación hepática que puede conducir a una fibrosis hepática progresiva.

El objetivo del tratamiento es erradicar el virus, lograr una respuesta virológica sostenida y prevenir la progresión de la enfermedad. Los tratamientos antivirales orales de acción directa son el tratamiento estándar.

Las complicaciones de infección crónica a largo plazo incluyen cirrosis o carcinoma hepatocelular.

La hepatitis C es una inflamación del hígado causada por el virus de la hepatitis C (VHC).[1]Lingala S, Ghany MG. Natural history of hepatitis C. Gastroenterol Clin North Am. 2015 Dec;44(4):717-34. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26600216?tool=bestpractice.com La infección puede presentarse como una enfermedad aguda (p. ej., fatiga, artralgia, ictericia) en aproximadamente un tercio de los pacientes; sin embargo, la mayoría de los pacientes están asintomáticos. Los pacientes con infección aguda pueden eliminar el virus espontáneamente. La infección crónica causa inflamación del hígado y fibrosis, y una cantidad significativa de estos pacientes desarrolla cirrosis e insuficiencia hepática o cáncer de hígado en un periodo de entre aproximadamente 20 y 50 años. La infección rara vez se resuelve espontáneamente en los pacientes con infección crónica.