Antecedentes de caso
Antecedentes de caso #1
Una niña de 1 año que se encontraba bien con anterioridad, se presenta en el servicio de urgencias con antecedentes de letargo y fiebre de 24 horas de evolución. Recientemente experimentó síntomas sugerentes de una infección viral de las vías respiratorias altas. Sus padres informan que durante algunas horas antes de presentarse, ella se mostró somnolienta y fue difícil despertarla. También informan que habían advertido una erupción en el tronco y extremidades poco antes de presentarse en el hospital. Durante la evaluación inicial se identificaron las siguientes características: disminución del nivel de consciencia (respuesta a estímulos dolorosos solamente); taquicardia (frecuencia cardíaca de 190 l.p.m.); tiempo de llenado capilar prolongado (>5 segundos periféricamente); periferias frías (diferencia de temperatura central al dedo del pie >10 °C [>18 °F]); fiebre (temperatura central 39 °C [102 °F]); taquipnea (frecuencia respiratoria de 40 l.p.m.) y gruñidos al respirar; erupción purpúrica generalizada que no palidece a la presión en tronco y extremidades.
Antecedentes de caso #2
Un lactante varón prematuro de 2 semanas de vida desarrolla apneas transitorias y episodios de bradicardia durante su estadía en la unidad de cuidados intensivos (UCI) neonatal. Nació a las 30 semanas de gestación después del inicio espontáneo de trabajo de parto prematuro. Requirió intubación y ventilación mecánica durante 48 horas después del nacimiento por síndrome de dificultad respiratoria neonatal. Durante ese tiempo, se administró la dosificación estándar de surfactante. Necesitó soporte respiratorio con presión positiva continua durante 1 semana tras la extubación y, en el momento en que se produjo el evento, se le administraba de forma intermitente oxigenoterapia de alto flujo. Logró la alimentación enteral en su totalidad después de un período de alimentación parenteral a través de un catéter venoso central de inserción periférica (long line). La línea de larga duración todavía se encontraba colocada en el momento del evento, y su retirada estaba planificada para ese día. Además de las apneas y las bradicardias, se advirtió que presentaba temperatura inestable y un aumento en el tiempo de llenado capilar (>3 segundos). Estas dos características constituyeron un cambio con respecto a las tendencias de observaciones previas.
Otras presentaciones
La presentación típica de la sepsis varía en función de la edad del niño. Mientras los niños mayores con frecuencia presentan un foco de infección, los lactantes y neonatos generalmente presentan síntomas y signos inespecíficos. Por ejemplo, los signos tempranos de sepsis en bebés prematuros con frecuencia son apneas y bradicardias.[11] En la población neonatal, incluidos los lactantes prematuros, cualquier cambio del patrón normal de observaciones del paciente debe generar la sospecha de sepsis.
El shock séptico por lo general se presenta como un shock ('frío') con profunda vasoconstricción periférica y deterioro de la contractilidad miocárdica. Sin embargo, otro modo de presentación es el shock vasodilatador ("caliente"), caracterizado por una vasoplejía sistémica (vasculatura periférica dilatada y llenado capilar "flash") con un gasto cardíaco elevado y pulsos saltones. Los estudios sugieren que este modo de presentación es más frecuente en la sepsis intrahospitalaria.[12]
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