Epidemiología

De acuerdo con criterios diagnósticos estrictos, aproximadamente el 0.3% de las personas de países occidentales presenta esta afección, con alrededor de 0.5-1% de las mujeres en edad universitaria.[4][5] Una encuesta realizada a más de 35,000 adultos de EE.UU. reveló que la prevalencia de la anorexia nerviosa a lo largo de la vida era del 1.4% para las mujeres y del 0.1% para los hombres.[6] Se estima que 3 de cada 10 pacientes son hombres, pero muchos hombres no acuden a por tratamiento; por lo tanto, aproximadamente el 90% de los pacientes diagnosticados son mujeres.[7]

Algunos informes han indicado que la prevalencia relativa de la anorexia nerviosa entre varones preadolescentes es bastante alta, con un ratio de varones y mujeres de 1:4.[8] Es menos probable que los hombres reciban un diagnóstico, debido al nivel de sospecha inferior; por lo tanto, la incidencia real puede ser más alta de lo que se suele comunicar.[9]

El riesgo de aparición es más alto en la adolescencia tardía, produciéndose el 40% de los casos nuevos en pacientes de entre 15 y 19 años de edad. El riesgo de desarrollar anorexia nerviosa disminuye significativamente después de los 21 años de edad.[4] Solamente un tercio busca atención médica.[10] Es difícil obtener datos epidemiológicos sólidos, pero la mejor información disponible indica que la incidencia de anorexia nerviosa (número de casos nuevos al año) no ha cambiado sustancialmente en las últimas tres décadas.[11] Sin embargo, hay evidencias que sugieren un aumento de la incidencia en los niños más pequeños en particular (de 12 años o menos) en los últimos años.[12][13][14]

Las mujeres de raza blanca presentan mayor probabilidad de recibir un diagnóstico de anorexia nerviosa que las mujeres de grupos étnicos minoritarios. En cualquier grupo, pueden quedar casos sin detectar si los médicos omiten las preguntas específicas sobre la alimentación, el historial de peso y las creencias asociadas. Fuertemente vinculado a la anorexia nerviosa en la investigación de casos.

Aunque son muy pocas las personas que hacen dieta para intentar perder peso que desarrollan la anorexia nerviosa, la enfermedad es más frecuente en las culturas en las que se valora la búsqueda de la delgadez.

La anorexia se estudia más en los países occidentales donde el trastorno es más frecuente.[15][16] Los estudios transculturales han relacionado el aumento de los trastornos alimentarios con la exposición a los medios de comunicación y los ideales occidentales, y hay evidencias de que las actitudes que pueden aumentar el riesgo de trastornos alimentarios están aumentando en los países no occidentales.[17][18]

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