Etiología

Los cerebros de las personas con DTA presentan un exceso de péptidos amiloides interneuronales (Abeta), debido a la sobreproducción o a la disminución de la eliminación de beta-amiloide. Esto conduce a la formación de oligómeros de amiloide densos, que se depositan como placas difusas. Estos oligómeros y placas provocan un proceso inflamatorio a través de la activación microglial, la formación de citocinas y la activación de la cascada del complemento. A raíz de la inflamación, se forman placas neuríticas, lo que causa lesiones sinápticas y neuríticas y muerte celular. Sin embargo, las intervenciones dirigidas a prevenir la acumulación de Abeta no han demostrado eficacia clínica en la prevención o ralentización del avance de la DTA.[14]

La proteína precursora del amiloide y las proteínas de los genes presenilina 1 y presenilina 2 están implicadas en la formación de Abeta; las mutaciones de sentido erróneo de estos genes son responsables de la mayoría de los casos de DTA de inicio temprano.[15]

El agregado de la proteína tau anormalmente fosforilada, una proteína asociada a los microtúbulos que los estabiliza en la célula, también se observa en el cerebro de las personas con DTA. Tau se acumula en masas intraneuronales conocidas como ovillos neurofibrilares y como neuritas distróficas.

Hay una larga fase de DTA preclínica en la que los biomarcadores son medibles (p. ej., la placa amiloide en las imágenes, la Abeta en el líquido cefalorraquídeo y la tau fosforilada, o la degeneración neuronal), a la que sigue un periodo de síntomas leves, y posteriormente la enfermedad totalmente sintomática.[16][17][18][19][20] En este modelo, las personas con biomarcadores positivos y cognición normal presentan DTA incluso en ausencia de síntomas. Esto resulta clínicamente problemático, ya que un subgrupo de personas permanece en la fase prodrómica durante largos periodos de tiempo sin deterioro cognitivo. Por lo tanto, este concepto se aplica solo en un entorno de investigación como una forma de identificar a las personas con mayor riesgo de deterioro cognitivo y de ayudar a evaluar y dirigir los tratamientos a este grupo en riesgo.

Los factores relacionados con el estilo de vida, como el tabaquismo, la obesidad en la mediana edad, una dieta rica en grasas saturadas, la abstinencia de alcohol en la mediana edad y el consumo de más de 14 unidades de alcohol por semana, se han asociado a un mayor riesgo de desarrollar DTA.[21][22][23][24] El consumo moderado de alcohol (1-14 unidades/semana) puede proteger contra la demencia.[21][24]

Se han descrito otros factores de riesgo potenciales para el desarrollo de la DTA, como las lesiones cerebrales traumáticas, la pérdida de audición, el aumento del colesterol sérico, la elevación de la homocisteína sérica y el uso regular de fármacos anticonvulsivos.[23][25][26][27][28][29]

Fisiopatología

La exploración macroscópica de los cerebros de las personas con DTA revela una reducción del peso del cerebro: normalmente 100-200 g menos que la media, o más según la gravedad de la enfermedad. La atrofia cortical es evidente en las áreas temporal, frontal y parietal, mientras que el tálamo, el tallo cerebral, los hemisferios cerebelosos y los núcleos basales generalmente tienen un tamaño y un peso normales.

En el examen microscópico, las características histopatológicas postmortem típicas observadas incluyen placas seniles y ovillos neurofibrilares. Las placas están constituidas por beta-amiloide y son extracelulares, mientras que los ovillos neurofibrilares son intracelulares y se componen de filamentos citoesqueléticos de tau hiperfosforilado. Estos cambios generalmente están presentes en el hipocampo, la amígdala, la corteza y los núcleos basales. La abundancia de los ovillos es, en líneas generales, proporcional a la gravedad de la enfermedad clínica y el deterioro cognitivo.

Los posibles mecanismos por los que el beta-amiloide induce lesiones en las células cerebrales incluyen la deposición de calcio intracelular, la producción de radicales de oxígeno y óxido nítrico, y los procesos inflamatorios.[30][31][32] Las neuronas colinérgicas son dañadas en el prosencéfalo basal, lo que provoca la disminución de los niveles de neurotransmisión colinérgica. Otros hallazgos incluyen la degeneración del locus cerúleo y los núcleos del rafé, con deficiencias subsiguientes en los neurotransmisores en la serotonina, el factor liberador de corticotropina, el glutamato y la noradrenalina (norepinefrina).

Clasificación

Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, 5.ª ed., revisión de texto (DSM-5-TR) clasificación de los trastornos neurocognitivos mayores y leves[3][4]

El DSM-5-TR define los trastornos neurocognitivos mayores y leves como debidos a:

  • Enfermedad de Alzheimer

  • Degeneración frontotemporal

  • Enfermedad de cuerpos de Lewy

  • Enfermedad vascular

  • Traumatismo craneoencefálico

  • Uso de sustancias/medicamentos

  • Infección por VIH

  • Enfermedad priónica

  • Enfermedad de Parkinson

  • Enfermedad de Huntington

  • Otra afección clínica

  • Etiologías múltiples

  • Etiología desconocida.

La gravedad se define para los trastornos neurocognitivos mayores como leve, moderada o grave; y también se especifica la presencia o ausencia de síntomas conductuales y psicológicos.

Los criterios específicos relacionados con el trastorno neurocognitivo grave o leve debido a la enfermedad de Alzheimer se incluyen en Criterios diagnósticos.

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