Antecedentes de caso

Antecedentes de caso

En un chequeo médico de rutina, una mujer de 70 años de edad presenta un pulso irregular de 88 ppm y una presión arterial de 150/60 mmHg. La exploración física del cuello revela un aumento de tamaño de la glándula tiroidea (aproximadamente 30 g) con textura grumosa e irregular. No presenta extensión subesternal, linfadenopatías ni soplos. El resto de la exploración física no revela hallazgos relevantes excepto por un soplo sistólico grado I-II/VI en el borde esternal izquierdo y un temblor mínimo en la manos al extenderlas. La paciente no tiene intolerancia al calor ni nerviosismo pero dice que ha perdido unos kilos en el último año. No hay antecedentes de irradiación de cabeza o cuello. Su tía tuvo bocio.

Otras presentaciones

Ocasionalmente, se pueden presentar síntomas de ronquera, disfagia, disnea, tos o sensación de atragantamiento debidos a la comprensión del cuello. Sin embargo, en la mayoría de los pacientes, estos síntomas no están provocados por la aparente enfermedad tiroidea y se deberán descartar otras etiologías como trastornos esofágicos, cardiopatías o trastornos pulmonares.[1]

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