Epidemiología

La carencia de vitamina D es una de las deficiencias nutricionales más comunes en todo el mundo, tanto en niños como en adultos.[1][2][11][12][13]​​​ La carga de la carencia e insuficiencia de vitamina D varía según las regiones del mundo.​​​​[1][11]​ Se ha estimado que en todo el mundo el 40% de los niños y adultos presentan deficiencia de vitamina D y el 60% son deficientes o insuficientes.[1]​ En los datos de la National Health and Nutrition Examination Survey (NHANES) de 2011 a 2014, el 5% de la población estadounidense de ≥1 año estaba en riesgo de deficiencia de vitamina D y el 18% en riesgo de insuficiencia.[14]

​En Europa, más del 40% de la población presenta un déficit de vitamina D, con diferencias entre las distintas regiones europeas.[15] En el Reino Unido, entre el 30% y el 40% de la población tiene una concentración de vitamina D consistente con la deficiencia en invierno, frente al 2% al 13% en verano.[16]​ La prevalencia de la carencia de vitamina D en Oriente Medio oscila entre el 30% y el 90%.[15]

​La carencia de vitamina D afecta a personas de todos los grupos de edad en todo el mundo.[13]​ El estado de vitamina D de los lactantes depende del estado prenatal de vitamina D de la madre. A escala mundial, la carencia de vitamina D afecta al 54% de las mujeres embarazadas y al 75% de los recién nacidos.[13]​ Se han observado niveles de 25-hidroxivitamina D sérica compatibles con deficiencia de vitamina D (<50 nanomoles/L [<20 nanogramos/mL]) en el 48% de las niñas preadolescentes de raza blanca, el 52% de los niños y niñas adolescentes estadounidenses hispanos y de raza negra y el 32% de los adultos jóvenes sanos.[17][18][19][20] Los grupos étnicos de piel oscura presentan una mayor prevalencia de carencia de vitamina D que los grupos de raza blanca.[11][12][13][14]​ Sin embargo, múltiples factores (edad, dieta, estación del año, latitud geográfica, factores culturales/de estilo de vida, pigmentación de la piel, diferencias en el metabolismo de la vitamina D) afectan al riesgo individual de deficiencia de vitamina D y a la prevalencia regional.[13]

El enriquecimiento de los alimentos con vitamina D y el uso de suplementos vitamínicos han reducido en gran medida la incidencia de la carencia de vitamina D clínicamente significativa; sin embargo, la carencia de vitamina D persiste a pesar de las políticas de enriquecimiento que pretenden garantizar una ingesta adecuada.[13]​ En muchas regiones, la carencia de vitamina D sigue produciéndose con el consumo de alimentos no enriquecidos, especialmente en un contexto de exposición limitada a la luz solar.

Actualmente se reconoce que la carencia de vitamina D aumenta el riesgo de padecer muchas enfermedades crónicas, como cáncer, enfermedades autoinmunes, diabetes de tipo 2, cardiopatías e hipertensión, disfunciones neurocognitivas y enfermedades infecciosas (como infecciones de las vías respiratorias, tuberculosis y COVID-19).[1][2][21][22]​​

​Se ha informado una fuerte asociación de la deficiencia de vitamina D con un mayor riesgo de cánceres de próstata, colon, mama, ovario y páncreas, entre muchos otros.[23]​ El metanálisis concluyó que la suplementación con vitamina D redujo significativamente la mortalidad total por cáncer, pero no la incidencia total de cáncer.[24][25]

​Finlandia es el país que presenta la mayor incidencia de diabetes de tipo 1 del mundo, que se postula asociada a la elevada tasa de carencia de vitamina D.[21]​ Un estudio realizado en Finlandia determinó que los lactantes que habían recibido 2000 UI de vitamina D al día durante el primer año de vida redujeron el riesgo de diabetes de tipo 1 en un 78% 31 años más tarde.[26] Los niveles bajos de vitamina D se asocian a un mayor riesgo de esclerosis múltiple.[27] Además, se ha demostrado que las mujeres con un alto consumo de vitamina D reducen en más de un 40% el riesgo de desarrollar esclerosis múltiple.[28]​ Los estudios epidemiológicos confirman una elevada prevalencia de déficit de vitamina D en varias enfermedades reumáticas autoinmunitarias, como la artritis reumatoide, la artritis psoriásica, la espondilitis anquilosante, la esclerosis sistémica y el lupus eritematoso sistémico.[29]​ Un estudio de pacientes con lupus eritematoso sistémico juvenil sugirió que los suplementos de vitamina D3 por 24 semanas fueron eficaces en la disminución de actividad de la enfermedad y mejorar la fatiga.[30]

Los resultados de la tercera encuesta nacional estadounidense de salud y nutrición NHANES (US National Health and Nutrition Examination Survey) revelaron que, en los adultos que tenían los niveles más altos de 25-hidroxivitamina D sérica, el riesgo relativo de desarrollar diabetes de tipo 2 se redujo en un 33%.[31][32]​ En un estudio con datos de la NHANES 2011–2018, los adultos en el cuartil más bajo de 25-hidroxivitamina D sérica presentaban 2 veces más probabilidades de ser resistentes a la insulina, en comparación con los otros tres cuartiles combinados.[33]

​En un metanálisis, una proporción significativamente menor de participantes en el grupo de suplementación con vitamina D presentó una o más infecciones respiratorias agudas.[34]​ Esto es coherente con la observación de NHANES 3, que demostró que los niños y adultos con los niveles séricos más altos de 25-hidroxivitamina D tenían menos probabilidades de desarrollar infecciones de las vías respiratorias durante todo el año.​​[35]​ Los niños escolarizados en Mongolia que tomaron leche enriquecida con 300 UI de vitamina D3 redujeron el riesgo de sufrir una infección respiratoria aguda en aproximadamente un 50%.[36] Además, un estudio demostró que los niños de Japón que recibieron 1200 UI de vitamina D3 desde diciembre hasta finales de marzo presentaban un menor riesgo de infección gripal de casi el 50%.[37]

La mejoría del estado de la vitamina D en niños y adultos se ha convertido en una gran prioridad en la era COVID-19. Un estudio observacional retrospectivo de más de 191,000 muestras de sangre de pacientes positivos al COVID-19 reveló que los que presentaban un nivel en sangre de 25-hidroxivitamina D de al menos 85 nanomoles/L (34 nanogramos/mL) en los 12 meses anteriores tenían un riesgo 54% menor de infectarse con el coronavirus-2 del síndrome respiratorio agudo grave, en comparación con las personas que tenían una concentración sérica de 25-hidroxivitamina D inferior a 50 nanomoles/L (20 nanogramos/mL).[38]​ La infectividad siguió disminuyendo con el aumento de las concentraciones hasta una concentración sérica de 25-hidroxivitamina D de 37.5 nanomoles/L (55 nanogramos/mL).[38]

​En un estudio de veteranos estadounidenses hospitalizados por COVID-19, tras ajustar todas las covariables, incluidas la raza/etnia y la pobreza, se observó una relación dosis-respuesta inversa significativa e independiente entre el aumento de las concentraciones séricas de 25-hidroxivitamina D de 38-150 nanomol/L (15-60 nanogramos/mL) y la disminución de la hospitalización en un 23% y de la mortalidad en un 48%.[39]​ Otro estudio observacional informó resultados similares en pacientes hospitalizados por COVID-19; la infección grave de la enfermedad era menos prevalente en pacientes con suficiencia de vitamina D y presentaban un menor riesgo de mortalidad.[40]​ La deficiencia/insuficiencia de vitamina D se asoció con una mayor proteína C reactiva y un menor porcentaje de linfocitos, lo que concuerda con el efecto inmunomodulador de la vitamina D.[40]​ Tener un nivel suficiente de vitamina D (definido como una concentración sérica de 25-hidroxivitamina D de al menos 75 nmol/L [30 nanogramos/mL])​ redujo sustancialmente la infecciosidad, la morbilidad y la mortalidad por COVID-19.[41]​ Se considera preferible aumentar las concentraciones séricas continuas de 25-hidroxivitamina D hasta 150 nanomol/L (60 nanogramos/mL) para minimizar el riesgo de infección por COVID-19.[41]

​La carencia de vitamina D se ha relacionado con un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.[42]​ Una revisión general de estudios observacionales, EAC y estudios de aleatorización mendeliana informó resultados coherentes que demostraban que las concentraciones más bajas de vitamina D se asociaban a un mayor riesgo de mortalidad por cualquier causa, enfermedad de Alzheimer, hipertensión, esquizofrenia y diabetes de tipo 2.[43]

Algunos estudios han planteado dudas sobre el valor y la eficacia de los suplementos vitamínicos para prevenir el cáncer, los eventos cardiovasculares y el deterioro cognitivo, así como para tratar la hipertensión.[44]​​[45]​​​[46] El estudio VITamin D and OmegA-3 TriaL (VITAL), un gran ensayo aleatorizado controlado que evaluó la administración de suplementos de vitamina D3 para la prevención del cáncer y las enfermedades cardiovasculares, concluyó que 2000 UI de vitamina D al día no redujeron la incidencia de eventos cardiovasculares importantes.[47] Sin embargo, encontró que la suplementación con vitamina D redujo significativamente el riesgo de mortalidad asociado al cáncer.[48]​ La revisión general mostró que los suplementos de vitamina D se asociaban a un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, pero no al riesgo de enfermedad de Alzheimer, hipertensión, esquizofrenia o diabetes de tipo 2.[43]

​También se ha observado que la carencia de vitamina D está relacionada con la preeclampsia, el bajo peso al nacer y el parto prematuro, así como con un mayor riesgo de sufrir una cesárea.​[49][50][51]​​​ La suplementación con vitamina D3 durante el tercer trimestre mejoró el crecimiento lineal prenatal.[52]​​​ Un metanálisis reveló, basándose en las evidencias disponibles, que existía una asociación entre el estado de vitamina D y varios resultados en niños, como el peso al nacer y la caries dental.[53]

Además, se sugirió que muchas de las disparidades en cuanto a salud en estadounidenses de raza negra se deben a la deficiencia de vitamina D.[54] Los estadounidenses de raza negra presentan un mayor riesgo de desarrollar hipertensión y diabetes de tipo 2 que los de raza blanca. También presentan una mayor incidencia de cáncer de próstata, colon y mama con tendencia a ser más agresivo. Además, los estadounidenses de raza negra presentan un mayor riesgo de contraer tuberculosis, sobre todo enfermedad más agresiva, lo que se cree que se debe en parte a su deficiencia de vitamina D.[55]

Un metanálisis concluyó que la suplementación con vitamina D redujo de manera segura y significativa la tasa de exacerbaciones moderadas/graves de EPOC en pacientes con niveles iniciales de 25-hidroxivitamina D <25 nanomoles/L (<10 nanogramos/mL), pero no en aquellos con niveles más elevados.[56][Evidencia A]​ Una revisión de la Cochrane no encontró evidencias que respalden la función de la administración de suplementos de vitamina D para reducir el riesgo de exacerbaciones del asma o mejorar el control del asma.[57]

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