Monitorización

Tras la evaluación inicial y la estabilización, los intervalos de seguimiento vienen dictados por la gravedad de la enfermedad. La presión arterial se debe monitorizar regularmente para detectar aumentos en los niveles, la necesidad de intervención y la respuesta al tratamiento; sin embargo, hay poca orientación en cuanto a la frecuencia de estos controles. Una buena referencia es al menos 4 veces al día si la paciente está en una sala hospitalaria o continuamente si se encuentra en una unidad de cuidados intensivos.[16] Medir el hemograma completo, las pruebas de función hepática y la función renal al menos dos veces por semana (o tres veces por semana, si la gravedad lo requiere).[16] No hay pruebas sólidas que vinculen el nivel de proteinuria con un resultado adverso; por lo tanto, una vez que se ha hecho un diagnóstico, no hay beneficio en repetir el análisis de orina a menos que se desarrollen nuevos síntomas y signos.[16]

La cardiotocografía fetal debe realizarse en el momento del diagnóstico y solo si está clínicamente indicada: por ejemplo, si hay hemorragia vaginal, reducción de los movimientos fetales o aumento de la gravedad de la enfermedad, en cuyo caso debe realizarse diariamente, o de forma continua si se planifica el parto.[16] Se recomienda realizar una velocimetría Doppler de la arteria umbilical y una ecografía fetal cada dos semanas.[16] [ Cochrane Clinical Answers logo ]

Después del parto, se requiere una monitorización materna continua hasta que haya mejorado la afección.[16] Si la afección lo permite, esto se puede realizar de forma ambulatoria. El tratamiento antihipertensivo se debe revisar después de 2 semanas. Si la afección no ha mejorado por completo a las 6 semanas, se debe reconsiderar el diagnóstico y se debe derivar al especialista indicado.

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