Epidemiología

La FA es la arritmia cardíaca sostenida más frecuente a nivel mundial.[1] El estudio Global Burden of Disease 2017 encontró que la prevalencia de la fibrilación auricular es de 481,5 por cada 100.000 personas-año, y afecta a 19.8 millones de hombres y 17.8 millones de mujeres en todo el mundo.[4] La prevalencia mundial estimada fue de 50 millones en 2020.[1] Sin embargo, es difícil determinar su prevalencia real. Tanto las tasas de incidencia como las de prevalencia son más altas en las personas mayores y en los países desarrollados, siendo la prevalencia más elevada en zonas de América del Norte con altos ingresos.[4][5]

Si bien la incidencia y la prevalencia de la FA ajustada por edad es menor en las mujeres que en los hombres, el riesgo de mortalidad debido a la FA es similar o superior en las mujeres comparado con los hombres.[2] Las mujeres con FA pueden ser más sintomáticas, de edad más avanzada y/o presentar más comorbilidades que los hombres.[5] En el Reino Unido, la prevalencia de la FA en atención primaria se sitúa entre el 2.5% y el 5.0%, y en los ingresos en urgencias médicas entre el 3% y el 6% de los pacientes tienen FA.[6][7][8][9][10][11]

Los datos epidemiológicos sobre la FA de inicio reciente son limitados. La extrapolación del estudio Framingham indica que la incidencia de la FA de inicio reciente o FA aguda en mujeres y hombres de mediana edad (55 años de edad) es del 0.2% y 0.3%, respectivamente.[12] En pacientes con un primer episodio de accidente cerebrovascular isquémico, existe una alta prevalencia (del 15% al 25%) de FA, y la incidencia de FA es de aproximadamente un 5%.[13][14] En los estudios que evalúan la monitorización prolongada de electrocardiograma (ECG) (mediante el uso de una grabadora activada por eventos durante 30 días, o de un dispositivo de monitorización cardíaca insertable) en pacientes con accidente cerebrovascular criptogénico, se halló que la fibrilación auricular es frecuente en dichos pacientes.[15][16][17] La fibrilación auricular de reciente comienzo se presenta en aproximadamente el 10% de los pacientes tras un infarto agudo de miocardio y en el 20% de los pacientes con insuficiencia cardíaca, y predice de manera independiente un peor pronóstico a corto y largo plazo en los pacientes con estas patologías.[18][19][20][21][22]

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