Epidemiología

El CCR representa entre el 80% y el 90% de todos los cánceres de riñón.[1][2]​​​​ El cáncer de riñón representa aproximadamente el 4.1% de todos los nuevos cánceres en EE.UU., con una edad media de diagnóstico de 65 años.[19] Se calcula que en 2024 se diagnosticarán 81,610 nuevos casos y 14,390 pacientes morirán a causa de esta enfermedad en Estados Unidos.[19]​​ El cáncer de riñón es la sexta y novena neoplasia maligna adulta más frecuentemente diagnosticada en hombres y mujeres, respectivamente.[20]

En los EE. UU., las tasas de incidencia y mortalidad por cáncer de riñón son más altas entre las personas estadounidenses no hispanas indias/nativas Alaska (39.5 casos nuevos por cada 100,000 personas [2017-2021, ajustado por edad] y 10.1 muertes por cada 100,000 personas [2018-2022 ajustado por edad], respectivamente).[19][21]​​​ Los estadounidenses de raza negra no hispanos tienen una incidencia modestamente mayor de cáncer renal que las personas blancas no hispanas y que los estadounidenses hispanos (25,3 casos nuevos por cada 100,000 personas frente a 24,2 and 23,9 respectivamente [2017-2021, ajustado por edad]).[19]

En todo el mundo, la tasa de incidencia estandarizada por edad del cáncer de riñón es de 6.1 por cada 100,000 hombres y 3.2 por cada 100,000 mujeres.[22] Las tasas de incidencia habían aumentado en Europa y Norteamérica en aproximadamente un 2% en las últimas dos décadas, pero se han estabilizado en la mayoría de los países occidentales.[23][24][25]​​​​​​ Hay una gran variación a nivel mundial en la incidencia, lo que sugiere que los factores exógenos y las variaciones geográficas juegan un papel importante en el riesgo genético.[26]

El aumento de la prevalencia del CCR en entornos de ingresos más elevados es posiblemente secundario a la mejora de la detección de los estudios por imágenes y a la disminución de la mortalidad.[27] Más del 50% de las masas renales se diagnostican durante una evaluación de signos o síntomas no relacionados, e implican una detección temprana de CCR pequeños potencialmente curables.[1][2]

El descenso de la mortalidad en Europa Occidental, EE.UU. y Australia es multifactorial, pero se atribuye sobre todo a la disminución de las tasas de tabaquismo, la mejora de las terapias y el acceso a la atención médica.[27][28]​​ La relación entre mortalidad e incidencia es menor en los países desarrollados que en las regiones menos desarrolladas.[29]

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