Anamnesis y examen

Orientación de confianza

ebpracticenet le insta a dar prioridad a las siguientes guías de práctica clínica locales:

Cardiovasculaire risicobepaling in de eerste lijnPublicado por: Domus MedicaPublicado por última vez: 2020Évaluation du risque cardiovasculaire en première lignePublicado por: Domus MedicaPublicado por última vez: 2010

Principales factores de diagnóstico

común

presencia de factores de riesgo

Dentro de los factores de riesgo clave se incluyen: tener >65 años, consumo de alcohol moderado/elevado, falta de ejercicio, antecedentes familiares de hipertensión o arteriopatía coronaria, obesidad, síndrome metabólico, diabetes mellitus, hiperuricemia, tener antecedentes familiares de raza negra y padecer apnea obstructiva del sueño.

presión arterial sistólica (PA) ≥130 mmHg o diastólica ≥80 mmHg

La guía del American College of Cardiology (ACC)/American Heart Association (AHA) define la hipertensión como la medición de la PA sistólica de ≥130 mmHg o la medición de la PA diastólica de ≥80 mmHg.[2] Las guías de práctica clínica de la European Society of Cardiology (ESC) y la European Society of Hypertension (ESH) definen la hipertensión como una PA sistólica en consulta (clínica) ≥140 mmHg y/o una PA diastólica ≥90 mmHg.[1][64]

retinopatía

Los cambios vasculares retinianos se observan habitualmente en casos de hipertensión de larga duración.

Otros factores de diagnóstico

infrecuente

cefalea

Es un síntoma de presentación poco frecuente, a menos que la hipertensión sea aguda o aparezca en un contexto de urgencia hipertensiva.

cambios en la visión

Disminución de la agudeza visual o moscas volantes, papiledema (poco frecuente).

disnea

Sugiere una posible insuficiencia cardíaca congestiva comórbida o enfermedad coronaria crónica. La disnea puede ser un equivalente anginoso, en especial en los casos de diabetes.

dolor torácico

Sugiere enfermedad coronaria crónica.

déficit sensorial o motor

Indicativo de enfermedad cerebrovascular.

Factores de riesgo

Fuerte

obesidad

La obesidad está fuertemente asociada con la hipertensión. Los datos del Nurses' Health Study muestran que un aumento de 5 kg por encima de lo normal a los 18 años de edad se asocia con un incremento del 60% en el riesgo de desarrollar hipertensión a mediana edad.[30] Un incremento de 4.5 mmHg en la presión arterial se asocia con un aumento de 4.5 kg (10 lb) del peso corporal.[31] Una revisión sistemática encontró que el riesgo de hipertensión aumentaba continuamente al aumentar el índice de masa corporal (IMC), la circunferencia de la cintura, el aumento de peso y la relación cintura-cadera y cintura-altura.[32]​ Un estudio encontró que la edad más temprana de inicio del sobrepeso en la edad adulta se asociaba con un riesgo significativamente mayor de hipertensión, con el riesgo relativo más alto con el inicio del sobrepeso a los 18-39 años de edad.[33]

Se ha propuesto que el vínculo entre la obesidad y la hipertensión sucede debido al volumen circulatorio incrementado, lo que lleva a un gasto cardíaco incrementado y a una resistencia vascular periférica constantemente elevada.[34]

La obesidad está asociada con el síndrome metabólico, la resistencia a la insulina y la diabetes de tipo 2. La obesidad abdominal se encuentra específicamente asociada con un mayor riesgo de padecer hipertensión, en comparación con la obesidad generalizada.[35]

El tratamiento bariátrico de la obesidad de clase III (IMC 40 o superior) puede reducir o eliminar los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, con un efecto sobre la hipertensión, la diabetes y la dislipidemia.[36][37][38]

ejercicio aeróbico <3 veces/semana

Los pacientes que no tienen un buen estado físico tienen un riesgo relativo 52% mayor de padecer hipertensión en seguimientos a 12 años en comparación con aquellos en buen estado físico.[39]

consumo de alcohol moderado/elevado

Se ha demostrado que un consumo crónico de alcohol superior a 1 bebida alcohólica por día en las mujeres y a 2 bebidas alcohólicas por día en los hombres está asociado a un mayor riesgo de presentar presión arterial (PA) elevada.[2][40]​ Una revisión de la Cochrane acerca del efecto del alcohol sobre la PA encontró que el alcohol en altas dosis (>30 g) tiene un efecto bifásico, disminuyendo la PA hasta 12 horas después del consumo y aumentando la PA después de 13 horas.[41]​ Otra revisión sistemática y metanálisis en adultos sanos encontró una relación lineal directa entre el consumo de alcohol y la PA, sin sugerir la existencia de un umbral, en particular para la PA sistólica.[42]

síndrome metabólico o síndrome cardiovascular-renal-metabólico (CRM)

El síndrome metabólico es un grupo de afecciones frecuentes, que incluyen resistencia a la insulina, alteración de la tolerancia a la glucosa, obesidad abdominal, niveles reducidos de colesterol de lipoproteínas de alta densidad, triglicéridos elevados e hipertensión; existen múltiples conjuntos diferentes de criterios para el diagnóstico y no es necesario que todos los componentes estén presentes para que se realice un diagnóstico. Véase el apartado Síndrome metabólico​.

El síndrome CRM es un trastorno definido por la American Heart Association (AHA)) para reflejar las conexiones entre las enfermedades metabólicas (obesidad, diabetes, síndrome metabólico), las enfermedades renales y las enfermedades cardiovasculares (ECV).[43]​ Incluye tanto a las personas con riesgo de ECV (debido a la presencia de factores de riesgo metabólicos, enfermedad renal crónica o ambas) como a las personas con ECV existente. La mala salud metabólica cardiovascular-renal afecta a casi todos los sistemas de órganos y se asocia con morbilidad y mortalidad cardiovascular. La AHA ha propuesto un sistema de estadificación del síndrome de CRM basado en los factores de riesgo del paciente y las oportunidades de prevención y atención. La AHA recomienda que estos pacientes sean tratados por un equipo interdisciplinario con derivación específica de pacientes con CRM de alto riesgo a los subespecialistas adecuados.[44]

La obesidad abdominal se encuentra específicamente asociada con un mayor riesgo de padecer hipertensión, en comparación con la obesidad generalizada.[35]​ Se cree que la resistencia a la insulina y la hiperinsulinemia contribuyen al desarrollo de la hipertensión mediante diversos mecanismos inflamatorios.[24][25][26][43]​ El riesgo de hipertensión aumenta en presencia de dislipidemia y obesidad abdominal.[45]

diabetes mellitus

La hiperglucemia, la hiperinsulinemia y la resistencia a la insulina conducen a padecer lesiones endoteliales y estrés oxidativo y se asocian de forma independiente con el desarrollo de la hipertensión.[46]

raza negra

La máxima incidencia de hipertensión se ve en personas de raza negra no hispana, en todas las edades.[3]

edad >60 años

La incidencia de hipertensión aumenta con la edad en todas las razas y en ambos sexos.[3]

antecedentes familiares de hipertensión o enfermedad coronaria crónica

El paciente puede tener antecedentes familiares de hipertensión o factores de riesgo de enfermedad coronaria.[1]

apnea del sueño

La apnea obstructiva del sueño (AOS) es un factor de riesgo de varias enfermedades cardiovasculares, incluida la hipertensión.[2][47]​ La AOS y la hipertensión también tienen factores de riesgo en común, como la obesidad y el consumo de alcohol, y con frecuencia coexisten.​​ Además, existe una posible relación dosis-respuesta entre la gravedad de la AOS y el riesgo de hipertensión esencial.[48]

La AOS también se asocia con un mayor riesgo de hipertensión resistente.[49]​ Se ha demostrado que el tratamiento exitoso de la AOS mejora la presión arterial.[50]

Débil

ingesta de sodio >1.5 g/día

Las personas muestran una tolerancia variada en relación con la ingesta de sodio y una ingesta reducida de sodio tiene un efecto limitado en la disminución de la presión arterial (PA).[13][14]​ Varios metanálisis han demostrado que el grado de disminución de la presión arterial que se logra con la reducción de sodio tiene una relación dosis/respuesta y es mayor para las poblaciones de edad avanzada, las poblaciones de raza distinta de la raza blanca y las que presentan una presión arterial sistólica inicial más elevada.[51][52]

bajo consumo de frutas y verduras

Una dieta rica en frutas y verduras y productos lácteos bajos en grasa (dieta DASH [Dietary Approaches to Stop Hypertension]) se ha asociado a una presión arterial sistólica (PA) significativamente más baja.[53]​ Una mayor ingesta de nitratos vegetales se ha asociado a una PA sistólica y diastólica basal más baja.[54]

dislipidemia

La hipertensión a menudo coexiste con la dislipidemia. El riesgo de hipertensión aumenta en presencia de dislipidemia y obesidad abdominal.[45]

tabaquismo

Fumar cigarrillos eleva la presión arterial de forma aguda, principalmente a través de la estimulación del sistema nervioso simpático; sin embargo, el efecto crónico del tabaquismo sobre la hipertensión es incierto.[55]

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