Antecedentes de caso

Antecedentes de caso

Un hombre de 69 años de edad presenta presión torácica subesternal que empeora después de quitar la nieve con la pala por la mañana antes del trabajo. Le dice a su esposa que siente un dolor opresivo que se irradia de la mandíbula al hombro izquierdo. Parece ansioso, y su esposa llama a una ambulancia, puesto que está angustiado y suda profusamente. Tiene una historia clínica previa importante de hipertensión, y su médico le ha informado de que presenta una diabetes limítrofe. En la exploración en el servicio de urgencias, está muy ansioso y diaforético. La frecuencia cardíaca es 112 ppm, y la presión arterial es de 159/93 mmHg. El electrocardiograma (ECG) es significativo para la depresión del segmento ST en las derivaciones anteriores. Tres dosis de trinitrato de glicerilo sublingual brindaron cierto alivio al paciente.

Otras presentaciones

Las presentaciones del infarto de miocardio (IM) pueden ser diversas. Algunos pacientes no presentan ninguna molestia torácica, mientras que otros pueden experimentar el clásico dolor "opresivo" o grave. Es importante reconocer que las presentaciones no clásicas como la disnea, el síncope, las palpitaciones, las náuseas/vómitos aislados, el dolor abdominal y la fatiga pueden indicar un síndrome coronario agudo. Estas presentaciones son más frecuentes en mujeres, personas de edad avanzada, diabéticos, enfermos renales crónicos y receptores de trasplantes cardíacos. Una sensación de indigestión puede ser el único síntoma y ocurre con más frecuencia en el IM de la pared inferior. Las presentaciones altamente específicas incluyen presión/molestia subesternal, que se puede irradiar al brazo, cuello y hombro, asociado con diaforesis y ansiedad.[2] Algunos pacientes presentan solamente dolor en mandíbula, cuello, oído, brazo o epigastrio. Estos síntomas se deben considerar equivalentes a angina si están claramente relacionados con estrés o esfuerzo, o se alivian rápidamente al administrar trinitrato de glicerilo o con el descanso físico. Un dolor agudo, punzante o reproducible a la palpación no excluye el síndrome coronario agudo.[2]

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