Prevención primaria
Las medidas preventivas son muy especulativas; pero, teóricamente, la pérdida de peso, el abandono del hábito de fumar y la modificación de actividades pueden beneficiar a los pacientes y minimizar la presencia de dolor de espalda.
Prevención secundaria
Para la mayoría de los pacientes, resultan exitosos los tratamientos y las estrategias de prevención mediante educación, modificación de actividades, analgésicos no opioides, antiinflamatorios no esteroideos y un regreso temprano a las actividades normales.
Se recomienda hacer ejercicio físico ya que se ha demostrado que reduce la presentación o la duración de los episodios adicionales. No hay suficiente evidencia para emitir una recomendación a favor o en contra de ningún tipo o intensidad de ejercicio específicos.[185]
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