Epidemiología

Entre el 8% y el 28% de las personas experimenta ataques de pánico en algún momento de su vida.[2][3] Las estimaciones de prevalencia para el trastorno de pánico en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, 5ª edición, texto revisado (DSM-5-TR) son aproximadamente del 2% al 3% en adolescentes y adultos. La prevalencia global a lo largo de la vida se estima en un 1,7%.[1] En el DSM-5-TR, la agorafobia se considera actualmente una afección de manera independiente, por lo que están pendientes los datos de comorbilidad con el trastorno de pánico. De acuerdo a los criterios diagnósticos del DSM-IV-TR en los que el trastorno de pánico podía especificarse con o sin agorafobia, la prevalencia del trastorno de pánico sin agorafobia a lo largo de la vida y en 12 meses es del 4.0% y 1.5% respectivamente.[7][8] El trastorno de pánico con agorafobia tiene estimaciones más bajas de vida (1.0%) y de 12 meses (0.5%).[7][8] Los datos que se recopilaron en 14 países europeos respaldan los hallazgos epidemiológicos similares a los de Estados Unidos.[9] La tasa de trastorno de pánico en atención primaria es aproximadamente del 7.0% y es sustancialmente mayor en pacientes que se presentan con síntomas cardíacos o gastrointestinales (GI).[10][11]

Los trastornos de ansiedad en general son más prevalentes en países con ingresos más elevados, aunque no está claro si este hallazgo refleja una verdadera diferencia en la prevalencia o diferencias en los criterios de diagnóstico y notificación.[12] Las probabilidades de desarrollar ataques de pánico y trastorno de pánico son más altas entre los nativos americanos en comparación con los caucásicos y más bajas entre los asiáticos, hispanos y negros.[7][8]

Es más probable desarrollar ataques de pánico a mediados de la década de los 20 años, presentándose un poco antes en los hombres que en las mujeres.[9][13] Los síntomas de pánico durante la adolescencia son predictivos de un mayor riesgo de otros trastornos de ansiedad y de estado de ánimo en la adultez.[14] El trastorno de pánico con y sin agorafobia tiene más probabilidades de desarrollarse al comenzar los 20 y 30 años de edad y es de 2 a 3 veces más común en mujeres que en hombres.[7][8] La prevalencia de los ataques de pánico y del trastorno de pánico tiende a disminuir con la edad.[2]

El trastorno de pánico es altamente comórbido con otros trastornos de consumo de sustancias, estado de ánimo y ansiedad, incluida la dependencia a la nicotina.[8][15][16] El tabaquismo también puede aumentar el riesgo de trastorno de pánico de inicio tardío.[17] La comorbilidad con los trastornos depresivos es frecuente (33% a 85%), en especial entre personas con agorafobia.[10][18][19] La comorbilidad con la depresión puede conllevar una evolución de la enfermedad más grave y prolongada, y los ataques de pánico se asocian de forma independiente con un mayor riesgo de pensamientos suicidas e intentos de suicidio.[20][21]

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