Prevención secundaria
La principal medida de prevención es evitar los factores desencadenantes que exacerban o estimulan los síntomas.
Los factores desencadenantes comunes son:[14][15][16]
Exposición al sol/ultravioleta
Calor, frío o viento
Humedad, calefacción interior, baños calientes, bebidas calientes
Ejercicio intenso
Consumo de alcohol
Comidas picantes
Estrés emocional
Algunos productos de cuidado de la piel y de aseo (p. ej., los que contienen mentol, alcanfor o lauril sulfato de sodio)
Algunos medicamentos
Algunas frutas y verduras, o ciertos productos lácteos.
Deben identificarse los factores desencadenantes específicos de cada individuo antes de poner en marcha la terapia; un diario, en el que se haga un seguimiento del estilo de vida y de los factores ambientales junto con los síntomas, puede ser especialmente útil.[16] Sin embargo, hasta la forma más disciplinada de evitar los factores desencadenantes no siempre impide la progresión de la rosácea.
Debe fomentarse la aplicación diaria de una crema solar protectora contra la radiación ultravioleta A (UV-A) y UV-B. Además, recomiende el uso de sombreros de ala ancha y evitar el sol de mediodía.
Las personas con eritema, telangiectasias y pápulopustulosa a menudo describen sensibilidad a distintos agentes cosméticos. Los productos e ingredientes como los astringentes, tónicos, mentol, alcanfor y lauril sulfato sódico (el principal componente en la mayoría de los tipos de champús) pueden ser bastante perjudiciales para la piel y agravar la afección. Un limpiador suave sin jabón aplicado con los dedos se tolera mejor. A continuación, se puede utilizar un emoliente suave, preferentemente con un factor de protección solar (FPS) de al menos 15.
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