Monitorización
De forma rutinaria, se realizan una monitorización estándar de constantes vitales, una oximetría de pulso, un electrocardiograma (ECG), análisis clínicos regulares y cuantificación de diuresis mediante sondaje. Se debe insertar a todos los pacientes que reciben vasopresores una sonda arterial, tan pronto como sea posible, con el fin de controlar con mayor precisión la presión arterial.[97]
Los pacientes con evidencia de disfunción circulatoria o shock se deben tratar en un área de medicina intensiva o cuidados intermedios. Se requerirán catéteres venosos centrales a fin de garantizar la administración segura de los medicamentos vasoactivos. Los principios de la terapia temprana dirigida por objetivos (Early Goal-Directed Therapy) aún son relevantes para la atención continua de los pacientes con shock.[64]
Se puede utilizar la presión venosa central (PVC), en combinación con la evaluación clínica y otras modalidades de monitorización, para guiar la rehidratación continua. Entre las técnicas de monitorización adicionales, se incluyen el uso de variabilidad del volumen sistólico (un índice del cambio en el volumen sistólico con cada contracción), el tiempo de eyección cardíaca (corregido para la frecuencia cardíaca) y los cambios en el diámetro de la vena cava inferior (VCI) durante la respiración (visualizados mediante ecografía a pie de cama).[165][166] La ventilación mecánica puede alterar las presiones de llenado cardíaco y afectar la medición. Los valores de PVC se deben corregir con incrementos de los niveles de presión positiva al final de la espiración o de parámetros hemodinámicos.[64][222] En los pacientes que respiran espontáneamente, una VCI colapsada o por colapsar indica que el gasto cardíaco mejorará con la rehidratación adicional. En el paciente ventilado mecánicamente, se espera una respuesta de los fluidos con un aumento del tamaño de la VCI >18% (o visible a simple vista) con ventilación de presión positiva.[165][166] Una revisión sistemática demostró que la elevación pasiva de la pierna es un factor pronóstico preciso de la respuesta a los líquidos en pacientes ventilados, sin importar el modo o la técnica de ventilación, y con variables de flujo (p. ej., gasto cardíaco) con mayor precisión comparado con la presión del pulso.[167]
Los catéteres venosos centrales también se pueden utilizar para tomar muestras de la saturación de oxígeno venoso central (ScvO₂), lo cual proporciona una indicación global del equilibrio entre el requerimiento y el suministro de oxígeno tisular. Si la ScvO₂ es baja (<70%), es posible que el suministro de oxígeno sea inadecuado, y se debe evaluar la necesidad de una transfusión de sangre (a fin de aumentar la capacidad de carga del oxígeno) o de inotrópicos (a fin de aumentar el gasto cardíaco). Sin embargo, el uso de saturaciones de oxígeno venoso para guiar la reanimación en el shock séptico temprano no está respaldado por la evidencia actual.[223] Cada vez se emplean más otras mediciones para determinar si el suministro de oxígeno es adecuado, incluido el uso de la tasa de aclaramiento de lactato durante las primeras 6 horas. Se ha demostrado que el aclaramiento de lactato tiene una correlación positiva con la supervivencia.[88]
El uso de catéteres en la arteria pulmonar puede ser una ventaja en pacientes seleccionados en los que existe sospecha de compromiso cardíaco o presentaciones complicadas. No se considera esencial como modalidad de monitorización de rutina de primera línea, y su uso en la práctica clínica ha sido, en gran parte, reemplazado por modalidades de monitorización del gasto cardíaco menos invasivas, incluidos el Doppler esofágico, el análisis del contorno del pulso arterial y las técnicas de termodilución/dilución de un indicador.
El uso de este contenido está sujeto a nuestra cláusula de exención de responsabilidad