Abordaje

La anamnesis y la exploración física son componentes esenciales de la evaluación del niño con fiebre y con frecuencia permiten identificar la causa subyacente de la fiebre.[2][11]

Antecedentes

Fiebre

  • Las características de la fiebre son importantes, incluido el grado y la duración de la fiebre, así como también el método de medición de la temperatura. La determinación subjetiva de la fiebre en el hogar por parte de un cuidador es razonablemente precisa.[29][30] La incidencia de infección bacteriana grave puede ser mayor en niños con temperaturas más altas[31][32] y una menor duración de los síntomas. La fiebre nocturna con sudoración puede sugerir tuberculosis o linfoma.

  • La respuesta a la terapia antipirética no diferencia entre causas virales o bacterianas.[33]

  • La febrícula prolongada puede ser más frecuente en infecciones virales, trastornos inflamatorios/vasculíticos y neoplasias malignas.

Erupción

  • La fiebre en niños a veces está acompañada por erupciones. El examen de las características y la distribución de la erupción puede ayudar a determinar la causa de la fiebre.

  • Una erupción maculopapular, petequial o urticaria puede presentarse en infecciones bacterianas o en fiebre relacionada con medicamentos.[34]

  • Las infecciones virales pueden presentarse con una erupción maculopapular inespecífica o con una erupción petequial.[34]

  • La presencia de un color púrpura palpable sugiere vasculitis, causas reumatológicas, reacciones medicamentosas, infecciones y neoplasias malignas.

  • El eritema migratorio, generalmente en el sitio de la picadura de una garrapata, puede estar presente en la enfermedad de Lyme.[35]

Sintomatología asociada

  • Las enfermedades inflamatorias/vasculíticas y las neoplasias malignas pueden dar lugar a una afectación multisistémica, como por ejemplo:

    • Pleuritis, carditis o pericarditis que ocasionan síntomas de tos y dificultad para respirar

    • Síntomas gastrointestinales de náuseas, vómitos, diarrea y dolor abdominal

    • Síntomas de confusión, convulsiones, alteración del estado mental y déficit neurológico focal en el sistema nervioso central (SNC)

    • Afectación renal con edema y prurito

    • Afectación musculoesquelética que resulta en artralgia, mialgia y dolor óseo.

  • Las artralgias también se pueden presentar en infecciones bacterianas, como la artritis séptica y la osteomielitis; en infecciones virales como la mononucleosis infecciosa, el citomegalovirus (CMV), la toxoplasmosis y las enfermedades transmitidas por garrapatas (enfermedad de Lyme o fiebre maculosa de las Montañas Rocosas o el dengue); en reacciones relacionadas con medicamentos; o en neoplasias malignas.

  • Los dolores óseos están presentes en la osteomielitis, la leucemia, la artritis idiopática juvenil (AIJ) y el lupus eritematoso sistémico (LES).

  • Se pueden observar síntomas cardiorrespiratorios en infecciones bacterianas, como la neumonía o la endocarditis, en infecciones virales (incluida la miocarditis), la tuberculosis, la crisis tiroidea y los trastornos inflamatorios/vasculíticos. La rinorrea persistente se asocia a la sinusitis.

  • Los síntomas otorrinolaringológicos como la faringitis, la otalgia y la secreción nasal persistente pueden acompañar a las infecciones otorrinolaringológicas, como la sinusitis, la otitis media aguda y la amigdalitis.

  • Los síntomas gastrointestinales, como náuseas, vómitos, dolor abdominal y diarrea, están asociados a la miocarditis, la enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa), otros desórdenes inflamatorios/vasculíticos, la fiebre tifoidea, el absceso hepático, las reacciones relacionadas con medicamentos, las enfermedades relacionadas con el calor, los desórdenes autonómicos y la crisis tiroidea.

  • Se pueden observar síntomas del SNC, como confusión, estado mental alterado, convulsiones y déficits focales, en la encefalitis, la endocarditis bacteriana, la miocarditis, los abscesos cerebrales, la meningitis tuberculosa, la propagación secundaria de una neoplasia maligna, los trastornos inflamatorios graves (p. ej., LES) y la malaria cerebral. La corea se presenta con fiebre reumática avanzada.

  • Los síntomas urinarios de disuria, frecuencia y hematuria acompañan a las infecciones del tracto urinario (IU) como cistitis y pielonefritis.

  • Se observa crecimiento deficiente, poco apetito y pérdida de peso en cualquier enfermedad crónica, contrariamente a antecedentes de duración relativamente corta (p. ej., en infecciones bacterianas).

  • En la enfermedad autonómica, se puede observar la ausencia de lágrimas.

  • Puede haber antecedentes de picaduras recientes de garrapatas o mosquitos en presencia de enfermedad de Lyme, fiebre maculosa de las Montañas Rocosas, infección por malaria y dengue.

Anamnesis de medicamentos e inmunización

  • Un componente fundamental de la anamnesis es el historial de inmunización y medicamentos que se les ha administrado al niño. Los pacientes no inmunizados o infravacunados corren mayor riesgo de ciertas infecciones (p. ej., Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae tipo b). Un historial reciente de vacunas puede apuntar hacia una reacción de una vacuna; la exposición a productos séricos puede indicar una reacción de enfermedad del suero. Aunque un niño que ha recibido al menos 2 dosis de una vacuna neumocócica conjugada se encuentra sustancialmente en menor riesgo de contraer una enfermedad neumocócica invasiva, Streptococcus pneumoniae sigue siendo una de las principales causas de infección bacteriana grave en los niños.[36]

  • La ingestión de diversos fármacos o drogas, como medicamentos anticolinérgicos, anfetaminas y cocaína, puede causar fiebre relacionada con medicamentos. Muchos medicamentos también se asocian al síndrome de la serotonina, un trastorno caracterizado por fiebre alta, hipotensión postural, shock, delirio y vómitos.

Historia clínica previa

  • Ciertas afecciones clínicas producen un mayor riesgo de infección (p. ej., anemia falciforme).

Anamnesis psicosocial

  • La anamnesis social debe determinar la dinámica de la familia y generar cualquier sospecha de negligencia o abuso. Se debe observar la vinculación y la interacción entre cuidadores e hijos.

  • Una anamnesis incongruente debe hacer sospechar de una fiebre facticia o de un trastorno facticio impuesto a otro (antes conocido como síndrome de Munchausen por poderes).

Exposición a un agente causal

  • El desarrollo de síntomas después de un viaje reciente o tras contactar con una persona del extranjero pueden sugerir infecciones no endémicas como malaria, dengue, chikungunya, virus Zika, tifoidea (fiebre entérica), tuberculosis o brucelosis. Si se evalúa a un paciente en un área tropical o subtropical, la información sobre brotes actuales o un grupo de casos dentro de una familia o vecindario puede dar pistas útiles, al igual que la estacionalidad. Al igual que la malaria, el dengue y la leptospirosis alcanzan su punto máximo durante la temporada de lluvias.[37]

  • El contacto reciente con gatos puede sugerir linfadenitis regional no bacteriana (fiebre por arañazo de gato).

  • Antecedentes de exposición a fuentes ambientales (p. ej., desechos de animales, suelo o agua contaminada) pueden estar presentes en la leptospirosis.

Paciente inmunocomprometido

  • Aumenta la sospecha de CMV o toxoplasmosis.

Exploración física

Confirmación de la temperatura

Niño intoxicado

  • La apariencia general de un niño con fiebre es crítica. Los niños que lucen enfermos tienen más probabilidades de tener infecciones bacterianas graves que los niños que lucen bien; de manera inversa, la mayoría de los niños que lucen bien no tienen una infección bacteriana grave.[38] Los pacientes con síndrome de la serotonina, crisis tiroidea, malaria cerebral, encefalitis, golpe de calor y trastornos inflamatorios/vasculíticos también pueden lucir muy enfermos.

Frecuencia cardíaca

  • La taquicardia es frecuente en la fiebre, pero la taquicardia persistente puede sugerir una crisis tiroidea o endocarditis/miopericarditis.

Respiración

  • La taquipnea se puede presentar con neumonía o enfermedades multisistémicas con afectación de los pulmones.

Medición de la presión arterial

  • La hipertensión está presente en los trastornos inflamatorios/vasculíticos, la pielonefritis crónica, el LES y la crisis tiroidea.

  • La hipotensión postural se presenta en pacientes con síndromes del shock tóxico, reacciones relacionadas con medicamentos y trastornos autonómicos.

Tiempo de llenado capilar

  • Indicador útil del estado circulatorio y de hidratación.

  • Un tiempo de llenado capilar ≥3 segundos es uno de los criterios de riesgo intermedio de enfermedad grave del sistema de evaluación tipo semáforo recomendado por el National Institute for Health and Care Excellence para la evaluación de la fiebre en niños menores de 5 años.[11]

Palidez

  • Se observa en los pacientes con leucemia, linfoma, muchas infecciones bacterianas crónicas y enfermedades inflamatorias/vasculíticas, malaria y tuberculosis.

Ictericia.

  • Se presenta en los pacientes con absceso hepático y mononucleosis infecciosa.

Acropaquia

  • Se presenta en los pacientes con endocarditis, enfermedad inflamatoria intestinal y tuberculosis.

Cambios en la piel

  • Turgencia cutánea.[11]

  • Vesículas agrupadas en infección por virus herpes simple.[39]

  • Máculas rosadas, una erupción maculopapular en la fiebre tifoidea.

  • Lesiones de Janeway (eritema palmar) en la endocarditis bacteriana.

  • Erupción difusa con descamación e hiperemia de la membrana mucosa en el síndrome del shock tóxico estafilocócico.

  • Eritema agudo de las palmas de las manos o las plantas de los pies, o edema de manos y pies; descamación periungueal de los dedos, exantema polimorfo en la enfermedad de Kawasaki.

  • Eritema migratorio en la enfermedad de Lyme.[40][Figure caption and citation for the preceding image starts]: Eritema migratorioCortesía de Christian Speil, Southern Illinois University School of Medicine, Springfield, IL [Citation ends].com.bmj.content.model.assessment.Caption@180202b2

  • La fiebre del dengue se presenta con enrojecimiento difuso de la piel de la cara, el cuello y el tórax, y se convierte en una erupción maculopapular o rubeliforme que puede afectar a todo el cuerpo. El enrojecimiento puede blanquearse cuando se presiona la piel afectada. Los signos hemorrágicos incluyen petequias, púrpura o una prueba de torniquete positiva (que se realiza inflando el brazalete de un tensiómetro hasta un punto medio entre la presión arterial sistólica y diastólica durante 5 minutos; la prueba es positiva si aparecen ≥10 petequias por pulgada cuadrada en el antebrazo).

  • Erupción petequial en infecciones bacterianas, endocarditis infecciosa, fiebre maculosa de las Montañas Rocosas, leucemia y algunas infecciones virales.

  • Eritema vespertilio (eritema malar en forma de mariposa) en el LES.

  • Eritema marginado en la fiebre reumática.

  • Eritema nodoso en la sarcoidosis y tuberculosis.

  • Lesión cutánea en el sitio de la inoculación en la linfadenitis regional no bacteriana (fiebre por arañazo de gato).

  • Diaforesis en reacciones relacionadas con medicamentos.

  • Prurito grave en linfomas y uremia.

  • Erupción escarlatiniforme en la escarlatina; erupción eritematosa generalizada parecida al papel de lija con pápulas discretas del color de la piel; estrías petequiales lineales en los pliegues cutáneos, sobre todo axilares, inguinales y fosas antecubitales (líneas de Pastia).

Ojos

  • Conjuntivitis en la enfermedad de Kawasaki e infecciones virales.

  • Papiledema en pacientes con un absceso cerebral, meningitis, encefalitis.

  • Las hemorragias retinianas se observan en casos de maltrato infantil que pueden estar asociados a un trastorno facticio impuesto a otro.

  • Uveítis en la enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa y la leptospirosis.

  • La proptosis puede presentarse en pacientes con crisis tiroidea.

  • La incapacidad para generar lágrimas sugiere enfermedad autonómica pediátrica.

  • El dolor retroorbitario severo en el movimiento ocular o con poca presión aplicada al globo ocular es común en la fiebre del dengue.

Articulaciones

  • Las articulaciones inflamadas sugieren artritis séptica, AIJ, LES, fiebre reumática, leucemia, linfoma, enfermedad del suero, endocarditis y enfermedades inflamatorias intestinales.

Otros signos musculoesqueléticos

  • Nódulos de Osler (puntas de los dedos dolorosas) en la endocarditis bacteriana, un signo de émbolos sépticos.

  • Nódulos subcutáneos en los lados extensores de las extremidades en la fiebre reumática.

Tiroides

  • El bocio con soplo sugiere tirotoxicosis.

Linfadenopatía

  • La linfadenopatía cervical aislada se puede observar en los pacientes con enfermedad de Kawasaki y con linfadenitis regional no bacteriana (fiebre por arañazo de gato).

  • La linfadenopatía diseminada se observa en la mononucleosis infecciosa, el CMV, la toxoplasmosis, la leucemia, los linfomas, las enfermedades transmitidas por garrapatas y algunas enfermedades inflamatorias/vasculíticas.

  • La mayoría de las infecciones bacterianas provocan una linfadenopatía regional.

  • La forma ulceroglandular de la tularemia generalmente se presenta con linfadenopatía.

Examen respiratorio

  • Se observan crepitaciones (estertores) en la neumonía, las infecciones virales y la tuberculosis.

  • La pleuritis puede estar presente en los trastornos inflamatorios/vasculíticos y las neoplasias malignas.

Examen cardiovascular

  • Puede haber un soplo cardíaco en la endocarditis bacteriana.

  • El roce pericárdico se puede detectar en pacientes con pericarditis asociada a diferentes trastornos inflamatorios/vasculíticos.

Exploración abdominal

  • Puede haber sensibilidad a la palpación superficial en la cistitis, la pielonefritis, el absceso hepático (cuadrante superior derecho), la fiebre tifoidea y la enfermedad inflamatoria intestinal.

  • La hepatomegalia o la esplenomegalia sugieren fiebre tifoidea, mononucleosis infecciosa, CMV, toxoplasmosis, endocarditis, miocarditis, absceso hepático, malaria, tuberculosis, AIJ o LES.

  • Se puede palpar una masa abdominal debida a la linfadenopatía.

  • En la enfermedad de Crohn, se encuentran fisuras y abscesos perianales.

  • Los pacientes con leucemia, metástasis de otras neoplasias malignas o émbolos sépticos luego de la endocarditis o en la brucelosis pueden presentar dolor testicular.

Exploración para ORL

  • En la sinusitis puede encontrarse sensibilidad sinusal.

  • El abombamiento de la membrana timpánica puede indicar una otitis media.

  • El eritema de las amígdalas puede estar presente en pacientes con amigdalitis aguda. Puede presentarse exudado purulento en la superficie amigdalar, sobre todo cuando está causado por estreptococos beta-hemolíticos del grupo A.

  • La linfadenopatía cervical, el eritema faríngeo con exudados, las petequias palatinas y la lengua roja e hinchada (lengua de fresa) sugieren escarlatina.[41]

Sistema nervioso

  • En la meningitis, se pueden encontrar signos de Kernig y Brudzinski.

  • Fontanela abultada.[11]

  • Los déficits neurológicos focales pueden presentarse con cualquier lesión que ocupe espacio cerebral, como un absceso, una neoplasia maligna o émbolos sépticos provenientes de vegetación del corazón (endocarditis).

Pruebas diagnósticas

La necesidad de realizar pruebas diagnósticas en el niño depende del riesgo inicial de una infección subyacente o de otra etiología grave.[42] Debido a que los virus o las bacterias causan la abrumadora mayoría de las fiebres que se presentan de forma aguda en niños, la evaluación inicial a menudo se centra en detectar la fuente de la infección. Una exploración física meticulosa, con frecuencia puede revelar una fuente obvia, y la identificación de una infección focal puede obviar la necesidad de realizar pruebas adicionales.

Con la excepción de los neonatos y de los lactantes pequeños, en los que la exploración física es menos fiable, el enfoque puede ser más selectivo si el niño tiene una apariencia no tóxica después de la exploración física.[43][44] Se requieren pruebas más rigurosas en pacientes que se encuentran en mayor riesgo de infección y en los que los hallazgos tras la examinación física y la anamnesis son limitados. Tradicionalmente, esto ha conducido a diferentes enfoques para la prueba diagnóstica según la edad; el estado de inmunización también cumple un papel en la estratificación del riesgo previo a la prueba.

Enfermedad de coronavirus 2019 (COVID-19)

Más del 90% de los niños son asintomáticos o presentan una enfermedad catarral leve. Sin embargo, se ha informado de enfermedades de moderadas a graves en niños.[27] Es importante señalar que los niños pueden presentar signos de neumonía en el diagnóstico por imágenes del tórax a pesar de que los síntomas son mínimos o inexistentes.[28] La coinfección con otros virus respiratorios es frecuente.

La exploración física puede detectar fiebre (con o sin escalofríos/rigores) y una tos evidente y/o dificultad para respirar en casos de enfermedad grave. La auscultación del tórax puede revelar crepitaciones inspiratorias, estertores y/o respiración bronquial en pacientes con neumonía o dificultad respiratoria. Los pacientes con dificultad respiratoria pueden presentar taquicardia, taquipnea o cianosis que acompañan a la hipoxia.

Se requieren pruebas moleculares para confirmar el diagnóstico. Las pruebas de diagnóstico deben realizarse de acuerdo con las guías de práctica clínica publicadas por las autoridades sanitarias locales y deben adherirse a las prácticas de bioseguridad adecuadas.

Se debe considerar la posibilidad de hacer una radiografía de tórax o una tomografía computarizada de tórax. Las opacidades de vidrio esmerilado en la TC están presentes en el 60% de los pacientes. La consolidación con los signos de halo circundantes se considera una característica típica de la infección pediátrica.[28]

Evaluación de fiebre sin fuente (presentación aguda)

La vasta mayoría de los niños que acuden a consulta con urgencia con “fiebre sin una fuente” (o “fiebre de fuente poco clara”) presenta infecciones subyacentes, que generalmente requieren una evaluación urgente y tratamiento empírico (en especial en niños pequeños).

El manejo de la sepsis en niños requiere en primer lugar un reconocimiento rápido, así que es imperativo considerar la posibilidad de sepsis siempre que un niño presenta con fiebre. Se han desarrollado criterios para identificar la sepsis y el shock séptico en niños y personas jóvenes menores de 18 años.[45]​ La Surviving Sepsis Campaign ha elaborado guías de práctica clínica sobre el tratamiento que siguen siendo los estándares de aceptación más generalizados.[15]

Niños de hasta 2 meses de vida

  • Los niños de este grupo etario se encuentran en un mayor riesgo de infecciones bacterianas que niños mayores. La anamnesis y la exploración física no son muy sensibles en los niños pequeños; las exploraciones físicas en niños con enfermedades bacterianas graves pueden ser normales.

  • Análisis clínicos iniciales[46][47][48]

    • El hemograma completo (HC) (incluido un recuento de leucocitos periféricos) a menudo se solicita en la evaluación de neonatos y lactantes pequeños con fiebre, pero el valor discriminatorio no es suficiente para diferenciar entre pacientes con infección bacteriana grave o con infección no bacteriana. Aunque un recuento de leucocitos periféricos anormalmente alto o bajo aumenta la preocupación de una bacteriemia o meningitis, es una herramienta de cribado imperfecta y la decisión de obtener un hemocultivo y líquido cefalorraquídeo no debe depender de los resultados.[49][50]​ La velocidad de sedimentación globular (VSG) y la PCR también se utilizan como herramientas de detección de infecciones, pero tienen las mismas limitaciones que el recuento de GB. Los niveles elevados de procalcitonina pueden ser un mejor factor pronóstico de una infección bacteriana grave en estos pacientes.[51][52]

    • Hemocultivo.

    • Orina para prueba rápida (obtenida a través de cateterismo uretral o aspiración suprapúbica) y urocultivo.

    • Estudios del líquido cefalorraquídeo (LCR), incluido un cultivo del LCR.

  • Radiografía de tórax: suele estar indicada solo en presencia de síntomas respiratorios.[53]

  • Análisis de las heces: se indican solo en presencia de diarrea.[11]

Niños mayores de 2 meses de vida

  • La anamnesis y la exploración física son más informativas en los pacientes mayores y, por lo tanto, el abordaje diagnóstico puede ser más selectivo, según la anamnesis y la sintomatología.

  • Puede considerarse las siguientes pruebas:

    • HC (incluido un recuento de leucocitos periféricos): aunque generalmente se solicita en la evaluación de un niño con fiebre, la prueba no es lo suficientemente sensible o específica para ayudar a elaborar un diagnóstico definitivo. Al igual que con los niños pequeños, la VSG, la proteína C-reactiva y la procalcitonina a veces se utilizan como herramientas de cribado para detectar una infección.

    • Análisis microscópico de orina y urocultivo: las infecciones del tracto urinario (IU) son frecuentes en las niñas y en los niños no circuncidados de hasta 24 meses de edad. Un resultado positivo en la prueba de tira reactiva para cualquiera de las esterasas leucocitarias en orina, nitritos, recuento de leucocitos puede utilizarse para realizar un diagnóstico preliminar de infección del tracto urinario en pacientes febriles.[54]​ Se solicita un análisis de orina y un cultivo mejorados; debe obtenerse un cultivo de orina al iniciar los antibióticos.[54]​ Una combinación de hallazgos (incluyendo antecedentes de ITU, temperatura ≥39.0°C (102°F), duración de la fiebre de más de 24 horas, ausencia de otra fuente de fiebre, sensibilidad suprapúbica, bebé varón no circuncidado) aumenta la probabilidad de ITU.[54][55]

    • Hemocultivo: las infecciones graves pueden estar ocultas, especialmente en los niños más pequeños. Los niños febriles de hasta 24 meses de vida con temperaturas >39.0 °C (102 °F) y <2 vacunas neumocócicas tienen un riesgo mayor de bacteriemia.[36]

    • Prueba de LCR: se debe reservar para niños con anamnesis o hallazgos de la exploración física que sugieran una infección del sistema nervioso central (SNC).

    • Análisis de heces: se indica en pacientes con sospecha de tener enfermedad inflamatoria intestinal y fiebre tifoidea.

    • Radiografía de tórax: la neumonía que se presenta como fiebre sin síntomas respiratorios es inusual.[56][57] Se debe obtener una radiografía de tórax si los hallazgos del examen sugieren hipoxemia o dificultad respiratoria significativa (p. ej., taquipnea, disnea, retracciones, gruñidos, aleteo nasal, apnea o alteración del estado mental), si hay fiebre alta, fiebre de más de 48 horas de evolución, o taquicardia o taquipnea desproporcionada con respecto a la fiebre, y en el caso de los pacientes en los que el tratamiento antibiótico inicial fracasa.[53][54][58]

Evaluación de la fiebre de origen desconocido (presentación subaguda)

La fiebre de origen desconocido no está bien definida en niños e históricamente se ha usado para describir una presentación subaguda de una única enfermedad de al menos 3 semanas de duración, durante las cuales se presenta una fiebre >38.3 °C (100.9 °F) durante la mayoría de los días y cuyo diagnóstico no es claro después de 1 semana de investigación intensa.[1]

Las causas más frecuentes son infecciones, trastornos inflamatorios/vasculíticos y neoplasias malignas. Estos niños requieren una evaluación más prudente, integral y prolongada y con frecuencia no necesitan una terapia empírica urgente. Existe un mayor énfasis en las presentaciones inusuales de una enfermedad frecuente y en las causas de origen desconocido.

Entre las investigaciones que se deben considerar se incluyen las siguientes:

  • Hemograma completo (HC) y frotis de sangre periférica: el recuento de leucocitos es una prueba inespecífica, pero si resulta elevado, sugiere una infección, mientras que en las enfermedades virales o la sepsis se puede observar un recuento de leucocitos bajo. La anemia está presente en ciertas enfermedades asociadas a fiebre (p. ej., la endocarditis infecciosa y la malaria). El recuento de plaquetas elevado es inespecífico y se puede observar de forma aguda en diferentes enfermedades; de forma similar, la trombocitopenia se puede observar en las enfermedades virales o bacterianas graves. El frotis de sangre periférica puede demostrar la presencia de células anómalas que sugieren neoplasia maligna hematológica o puede detectar parásitos de la malaria.

  • VSG, proteína C-reactiva y procalcitonina: parámetros inespecíficos de infección y/o inflamación.[52][59]

  • Hemocultivo.

  • Cultivo y análisis de orina.

  • Electrolitos, nitrógeno ureico en sangre, creatinina, pruebas de función hepática.

  • Pruebas serológicas (virus de Epstein-Barr, citomegalovirus (CMV), VIH).

  • Radiografía de tórax.

  • Pruebas de amplificación de ácidos nucleicos (para identificar M tuberculosis).

  • Pruebas adicionales (según se indiquen)

    • Pruebas de las heces

    • Examen de médula ósea

    • Punción lumbar

    • Anticuerpo antinuclear sérico

    • Estudios por imágenes

      • Estudios por imágenes del abdomen

      • Estudios por imágenes sinusales

      • Estudios por imágenes del hueso mastoideo

      • Gammagrafía de leucocitos etiquetados

      • Ecocardiografía.

Criterios diagnósticos específicos

Enfermedad de Kawasaki[11][60]

  • Fiebre ≥5 días sin ninguna otra explicación más 4 criterios principales con anomalías de la arteria coronaria.

  • Criterios principales

    • Cambios en las extremidades (eritema agudo de las palmas de las manos o las plantas de los pies, o edema de manos y pies; descamación periungueal de los dedos, observada en las semanas 2 y 3 de la enfermedad)

    • Exantema polimorfo

    • Inyección conjuntival bulbar bilateral sin exudados

    • Cambios en los labios y la cavidad oral (eritema, labios agrietados, lengua de fresa, inyección difusa de la mucosa oral y faríngea)

    • Linfadenopatía cervical (>1.5 cm de diámetro), generalmente unilateral.

  • Estos síntomas pueden haberse resuelto en el momento de la presentación. Es importante preguntar si el niño ha tenido estos síntomas desde el inicio de la fiebre, incluso si no están presentes en el momento de la evaluación.[11]

Fiebre reumática (criterios de Jones)[61]

  • Si hubo antes una infección estreptocócica del grupo A, se puede realizar un diagnóstico al cumplir con 2 criterios mayores o con 1 un criterio mayor y 2 criterios menores. Se puede realizar un diagnóstico presuntivo si la única manifestación es corea o carditis. Asimismo, debido a que la recurrencia es difícil de diagnosticar en pacientes con fiebre reumática o cardiopatía reumática previas, estos pacientes deben cumplir con 1 criterio mayor o 2 criterios menores en el contexto de una infección reciente por estreptococos del grupo A.

  • Criterios mayores: carditis, poliartritis, nódulos subcutáneos, corea, eritema marginado.

  • Criterios menores: fiebre, artralgia, reactantes de fase aguda elevados (VSG, proteína C-reactiva), intervalo PR prolongado en un electrocardiograma (ECG), DNasa o título de antiestreptolisina O elevado o en aumento, fiebre reumática previa.

Síndrome del shock tóxico estreptocócico[62]

  • Un caso confirmado cumple con los criterios clínicos más el aislamiento de Streptococcus del grupo A de un área normalmente estéril.

  • Los criterios incluyen hipotensión (percentil <5 para la edad en niños <16 años de edad) y 2 o más de los siguientes:

    • Insuficiencia renal

    • Coagulopatía

    • Afectación del hígado

    • Síndrome de dificultad respiratoria aguda

    • Erupción generalizada con posible descamación

    • Necrosis de tejidos blandos, incluidas la fascitis necrosante, la miositis o la gangrena.

Síndrome del shock tóxico estafilocócico[62]

  • Un caso confirmado requiere la presencia de fiebre, hipotensión, eritrodermia difusa, descamación (a menos que el paciente muera antes de que se produzca la descamación) y afectación de al menos 3 sistemas de órganos.

  • Un probable caso es en un paciente que no presenta una de las características de la definición del caso confirmado.

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