Abordaje

Evaluación clínica

El diagnóstico de rabdomiólisis se basa en las dolencias que se presentan y en un índice elevado de sospecha si se observan factores de riesgo. Las presentaciones obvias incluyen víctimas de traumatismos con una lesión por aplastamiento de extremidad o una persona sin buena condición física que presenta dolor en una extremidad después de correr o levantar pesas. Los pacientes con causas médicas de rabdomiólisis pueden ser inicialmente asintomáticos y/o presentarse de forma más insidiosa.[2] Las dolencias pueden ser no específicas, tales como malestar generalizado u orina oscura.[2]

La exploración suele ser sin hallazgos relevantes, pero puede haber debilidad muscular, dolor/sensibilidad o inflamación de la extremidad o región del cuerpo afectada.[2] Los grupos musculares implicados por lo general son las extremidades y la zona lumbar.[2] Los pacientes con traumatismo en las extremidades o inmovilización prolongada de las extremidades deben evaluarse en busca de signos de síndrome compartimental (una extremidad fría con circulación disminuida).[2]

Pruebas diagnósticas

En el entorno clínico adecuado, una medición del nivel de creatina-cinasa (CC) sérica del paciente superior a 5 veces el nivel normal, o más de 1000 UI/L, confirmará el diagnóstico.[2] A los pacientes con una tira reactiva de orina positiva para sangre, pero sin eritrocitos en el microscopio de orina, se les debe medir la CK.

Se deben incluir paneles metabólicos y endocrinos completos como parte del análisis diagnóstico de prueba diagnóstica para la rabdomiólisis. Es importante la evaluación inicial del recuento sanguíneo completo, los electrolitos, la función renal, el ácido úrico y el perfil de coagulación, ya que los pacientes corren el riesgo de sufrir hiperpotasemia, daño renal agudo (DRA), hiperfosfatemia, hipocalcemia y coagulación intravascular diseminada. Los niveles de mioglobina en suero y/o en orina pueden estar aumentados.[2]

Las aminotransferasas hepáticas elevadas, particularmente la aspartato aminotransferasa (AST), son frecuentes en el contexto de la rabdomiólisis en ausencia de lesión hepática significativa.[2] Las concentraciones de AST disminuyen paralelamente al nivel de CK sérica en pacientes hospitalizados con rabdomiólisis, lo que sugiere que el músculo esquelético puede ser una fuente significativa de elevación de AST en estos pacientes.[26]

Otras pruebas diagnósticas para descartar factores desencadenantes incluyen la hormona estimulante de la tiroides, VSG (para detectar miopatías inflamatorias) y anticuerpos antinucleares (para detectar enfermedades autoinmunitarias).

Se debe considerar la posibilidad de realizar un examen toxicológico para descartar el uso de drogas ilícitas/recreativas, incluido el uso de opiáceos.

Se deben revisar los medicamentos habituales para evaluar la medicación relacionada con la rabdomiólisis.

En caso de rabdomiólisis recurrente, se deben obtener detalles sobre antecedentes familiares de trastornos neuromusculares y episodios previos de intolerancia al ejercicio y se deben realizar pruebas de diagnóstico adicionales cuando sea adecuado.[27][28]

Sólo se indica biopsia muscular si se sospecha etiología genética.

Es poco probable que las puntuaciones de pronóstico de riesgo influyan directamente en el tratamiento, pero pueden ser útiles para estimar el pronóstico y establecer expectativas.[2] La puntuación de McMahon utiliza variables demográficas, clínicas y de laboratorio para estimar el riesgo de mortalidad o de DRA grave que requiera diálisis.[29]

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